Desde el siglo IX-X Banyoles tuvo una representación popular en la administración municipal. En los primeros años se reunían en asamblea todos los fines de casa domiciliados en la ciudad y sólo podían hacer reclamaciones, según lo acostumbrado, al abad. Desde el siglo XIII se regían por un Consejo de Prohombres o representantes populares ante el abad. El 1303 la Villa consiguió una Carta Municipal. A partir de entonces, la Villa se rigió por un Consejo de 4 jurados y 10 consejeros. El pueblo se podía reunir cuando y donde quisiera (en la iglesia de Santa María dels Turers o en otro lugar), pero las disposiciones de la asamblea popular no eran efectivas hasta que el abad diera su conformidad. Tenían la facultad de recaudar contribuciones y recibieron ciertas garantías judiciales. El Consejo de la Villa se instaló en la Pia Almoina (al actual Museu Arqueològic Comarcal de Banyoles) hasta 1928.
Desde el 25 de octubre de 1928 la Casa Consistorial de Banyoles está en el edificio del paseo de la Industria.
La Casa Consistorial, de estilo novecentista, fue proyectada por el prestigioso arquitecto Josep Francesc Ràfols i Fontanals (Vilanova i la Geltrú, 1889-Barcelona, 1965). Desde un principio, se quería dar un aire solemne y monumental a una construcción que simbolizaría la ciudad de Banyoles y sería el lugar de reunión del pueblo y de sus representantes. La obra fue realizada por una cooperativa de paletas bañolenses llamados popularmente "los soviets".
El edificio, de forma cuadrangular, tiene una planta baja y un piso. Destaca sobre todo su fachada neoclásica. Se entra por una gran puerta de arco de medio punto que se ve enmarcada por dos ventanas con molduras a cada lado. La fachada, de piedra gris de Girona, fue cortada por los hermanos Pruneda (canteros gerundenses).
Su distribución interior se organiza, a la manera de un palacete renacentista, desde el vestíbulo, donde encontramos una escalinata que lleva al primer piso. Arriba de todo, para conseguir una mejor luminosidad cenital, en 1988, se instaló un vitral, obra del escultor Domènec Fita. En el primer piso destaca el gran balcón, con balaustres (columnas adornadas) de piedra. En las fachadas laterales las ventanas presentan la misma decoración que las de la fachada principal.
La casa está coronada por un frontón central que descansa sobre una cornisa y donde se puede ver un escudo de la ciudad y la fecha de su construcción. Una terraza plana, rodeada por una balaustrada de piedra, hace la función de tejado.
En el proyecto inicial se han hecho dos modificaciones: la fachada de la calle de Pere Alsius se acabó con piedra, como en la fachada principal y, durante muchos años, no se colocó el reloj en la parte superior de la fachada principal.