En 1685 se firmó la Concordia sobre las Aguas del Lago. La posesión de la propiedad del Lago representaba controlar la industria y los regadíos. Hasta el siglo XVII el abad del monasterio de Sant Esteve de Banyoles cobraba por la utilización de las aguas del lago, los molinos y para regar. Este siglo, el abad Antoni de Planella intentó hacer pagar por el aprovechamiento del agua. La Vila (el Común) argumentaba que hacía cien años que era propietaria.
Los enfrentamientos comenzaron antes del año 1678. El monasterio y la Villa decían que tenían la propiedad y buscaron el arbitraje del rey. Este dio la razón al abad, pero dejaba constancia de que la propiedad era real y que el abad sólo tenía la enfiteusis (arrendamiento indefinido).
El rey, que miraba de incrementar sus ingresos, lo ofreció al mejor postor. Finalmente, la concedió al monasterio tras mandar que no se tuviera en cuenta una oferta de la Villa superior a la del monasterio. La concesión del Lago a la villa habría ido en contra del sentido de protección entre señores feudales (entre el rey y el abad).
El 3 de junio de 1685 se firmó la Concordia sobre las aguas del lago. El monasterio creó una subemfiteusi en la Universidad (Ayuntamiento). En adelante, sólo se podía disponer de agua con el permiso de la Universidad. El monasterio pagaría al rey 100 libras y a cambio recibiría de la Universidad 91 libras, 8 sueldos y 3 dineros cada 3 de junio. Se creó la figura del Alcalde de Aguas, que vigilaba el aprovechamiento del agua del lago y los pleitos derivados de su uso entre particulares. También controlaba el cobro de los censos de las aguas para luego poder pagar al abad, ya que hasta entonces muchos vecinos no contribuían.
En la Concordia, el abad se reservaba la facultad de regar las tierras del monasterio y utilizar el agua sin pagar. También mantenía el derecho a cobrar de algunos molinos (harineros, traperos, polvoreros y otros) existentes hasta entonces y continuaba cobrando, por el aprovechamiento del agua, los censos que pagaban algunos particulares. Asimismo, disponía del derecho de barca.
Se estableció que los molinos que se construyeran a partir de 1685 necesitarían el permiso de la Universidad, se prohibió construir más molinos de harina y no se podía regar cada día en los riegos donde había molinos, sino sólo los sábados y vísperas de fiestas a partir de la una de la tarde hasta las dos de la noche del día siguiente, domingo.
La existencia de la Concordia, y la interpretación dada en el proceso desamortizador del siglo XIX, hicieron posible, al tener la Universidad el dominio útil, que ahora el Lago pueda ser un bien comunal bañolense.
